En el corazón de la enseñanza cristiana se encuentra el mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo. Este amor implica no solo acciones positivas, sino también la responsabilidad de corregir a nuestros hermanos en la fe cuando se desvían del camino. La Biblia, en particular el libro de Mateo, capítulo 18, versículos 15-17, ofrece una tutorial clara sobre cómo abordar las faltas de otros, enfatizando la importancia de la corrección privada antes de recurrir a medidas más públicas.
El Proceso de Corrección en Mateo 18:15-17
Jesús, en su enseñanza, establece un proceso específico para abordar las ofensas de un hermano:
- Ir en privado: El primer paso es hablar con la persona a solas. Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele entre tú y él solos (Mateo 18:15). Este enfoque privado busca la reconciliación y la restauración de la relación sin involucrar a terceros.
- Testimonio de dos o tres: Si la persona no se arrepiente, Jesús aconseja llevar a uno o dos testigos para que la conversación sea más seria. Pero si no te escucha, toma aun contigo a uno o a dos, para que por boca de dos o de tres testigos conste toda palabra (Mateo 18:16). La presencia de testigos añade peso a la acusación y da más oportunidad al ofensor de reflexionar sobre sus acciones.
- La Iglesia como último recurso: Si la persona sigue sin arrepentirse, el siguiente paso es llevar el asunto a la iglesia. Y si no los escucha a ellos, dilo a la iglesia (Mateo 18:17). La iglesia, como cuerpo de Cristo, tiene la responsabilidad de restaurar la armonía y la justicia dentro de la comunidad.
- Tratamiento como un pagano: Si la persona ignora a la iglesia, Jesús instruye a tratarla como a un pagano o un recaudador de impuestos. Y si no escucha a la iglesia, tenle por pagano y publicano (Mateo 18:17). Este paso no implica excomunión, sino que indica que la persona ha rechazado la autoridad de Dios y la comunidad cristiana.
Este proceso enfatiza la importancia de la gracia y la reconciliación. Se busca primero la restauración de la relación a través del diálogo privado, y solo se recurre a medidas más públicas cuando la persona se muestra inflexible en su error.
Importancia de la Corrección Privada
La corrección privada es fundamental por varias razones:
Protección de la Reputación
La corrección privada protege la reputación del ofensor. Exponer públicamente una falta antes de intentar la reconciliación puede causar daño irreparable a la persona y a su relación con la comunidad.
Fomento de la Humildad
Hablar con la persona a solas fomenta la humildad y la apertura al diálogo. La confrontación pública puede generar resistencia y orgullo, dificultando el arrepentimiento.
Prioridad a la Reconciliación
La corrección privada prioriza la reconciliación y la restauración de la relación. Se busca resolver el conflicto de manera personal antes de involucrar a otros.
Evitar el Chisme
La corrección privada evita el chisme y la propagación de rumores. El enfoque en la reconciliación personal previene la escalada del conflicto y la creación de divisiones dentro de la comunidad.
La Corrección Privada en la Práctica
La corrección privada no siempre es fácil. Requiere valentía, amor y sabiduría. Aquí hay algunos consejos para aplicar este principio:
- Elegir el momento adecuado: Es importante buscar un momento y un lugar donde la persona se sienta cómoda y receptiva al diálogo.
- Hablar con amor y respeto: La corrección debe ser ofrecida con amor y respeto, sin acusaciones ni juicios. El objetivo es ayudar a la persona a crecer y arrepentirse.
- Escuchar con atención: Es importante escuchar atentamente la respuesta de la persona y comprender su perspectiva. No se trata solo de hablar, sino también de escuchar y dialogar.
- Ser específico: Es importante ser específico en la crítica, mencionando el comportamiento o la actitud que causa daño. La vaguedad puede generar confusión y frustración.
- Ser paciente: El arrepentimiento y la reconciliación pueden tomar tiempo. Es importante ser paciente y perseverante en el proceso de corrección.
Corrección Privada y Disciplina
La corrección privada no debe confundirse con la disciplina. La disciplina es una acción más formal que se aplica en casos de desobediencia grave o reincidencia en el pecado. La disciplina puede incluir la suspensión de privilegios, la expulsión de la iglesia o la excomunión.
La corrección privada es un proceso de amor y restauración, mientras que la disciplina es una medida correctiva que se aplica cuando la corrección privada no ha sido efectiva.
Ejemplos Bíblicos de Corrección Privada
La Biblia ofrece varios ejemplos de corrección privada:
- Natán y David: El profeta Natán confrontó al rey David por su pecado de adulterio y asesinato, pero lo hizo en privado (2 Samuel 12:1-14). La confrontación de Natán llevó a David al arrepentimiento y la restauración.
- Pablo y Bernabé: Pablo y Bernabé tuvieron una fuerte discusión sobre la inclusión de Marcos en su viaje misionero (Hechos 15:36-41). La discusión se resolvió a través del diálogo y la reconciliación.
- Jesús y Pedro: Jesús corrigió a Pedro en privado por su negativa a aceptar que Jesús moriría en la cruz (Mateo 16:21-23). La corrección de Jesús llevó a Pedro a un mayor entendimiento de la voluntad de Dios.
¿Qué hacer si la persona se enoja o se niega a escuchar?
Si la persona se enoja o se niega a escuchar, es importante mantener la calma y el respeto. No se debe entrar en una discusión o una pelea. Es mejor alejarse y orar por la persona. Si la persona persiste en su error, se puede recurrir a los pasos siguientes del proceso de corrección.
¿Qué hacer si la persona no es un miembro de la iglesia?
Si la persona no es un miembro de la iglesia, se puede aplicar el mismo principio de la corrección privada. El objetivo es siempre la reconciliación y la restauración de la relación, independientemente de la afiliación religiosa.
¿Cuándo se debe recurrir a la disciplina?
La disciplina se debe recurrir en casos de desobediencia grave o reincidencia en el pecado. La disciplina debe ser aplicada con sabiduría y amor, buscando la restauración de la persona.
La corrección privada es un principio bíblico fundamental para la construcción de relaciones sanas y la restauración de la comunidad cristiana. Es un proceso de amor, respeto y sabiduría que busca la reconciliación y el crecimiento espiritual. Al aplicar este principio con amor y paciencia, podemos contribuir a la armonía y la unidad dentro de la iglesia y en nuestras relaciones personales.
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